MEMORIA EN EL ADULTO MAYOR



La Memoria

Es una de las principales funciones del cerebro y su objetivo es recoger y guardar la información proveniente del mundo externo, para evocarla cuando sea necesario El sustrato de la memoria es un sistema funcional, en el cual participan diversas áreas cerebrales, cada una de las cuales hace una contribución relativamente especifica a la función normal.
Podemos decir que el hipocampo es fundamental para conservar la información de lo que sucede en ese momento; que el lóbulo temporal izquierdo es importante para la memoria verbal y el derecho para la memoria visuoespacial; que las áreas prefrontales son importantes para establecer estrategias de memorización o de evocación; que en el lóbulo parietal izquierdo se almacenan habilidades motoras adquiridas.
Al decir que las áreas prefrontales son importantes para establecer las estrategias de memorización estamos diciendo que la memoria no es un registro pasivo de lo que sucede a nuestro alrededor sino que un proceso activo, en el cual la persona decide qué desea recordar, a qué dirigir su atención para conservarlo. Algo similar sucede al evocar, uno se acuerda mejor de lo que le interesa, y la organización de los recuerdos depende de los propósitos del momento.
Tipos de memoria:

Ø  La Memoria Procedural
No necesita ningún acto intencional ni para su adquisición ni para su recuerdo, pero su establecimiento no es inmediato, sino progresivo, mediante la repetición de sus elementos. Este tipo de memoria se referiría a las habilidades que se han practicado mucho, convirtiéndose en automáticas, de forma que las recordamos sin necesidad de reflexionar ni de pensar de forma consciente. Pueden ser de tipo cognitivo, como leer o involucrar un componente motor, como ir en bicicleta, conducir, tocar un instrumento o escribir a maquina. Este tipo de memoria no se ve deteriorada por la edad, siendo tan eficientes en este tipo de actividades las personas mayores como las jóvenes.

Ø  La Memoria Declarativa
Se refiere a nuestro conocimiento sobre el mundo, almacenándose en ella dos tipos de contenidos: episódicos y semánticos. Puede adquirirse con una sola experiencia e inducirse su recuerdo intencionadamente o mediante el contacto con algún estímulo evocador.

Ø  La Memoria Episódica
Almacena hechos y acontecimientos que nos han ocurrido a lo largo de la vida, movilizándose de forma consciente y recuperando eventos vinculados a un tiempo y un lugar. Es decir, implica el recuerdo de hechos concretos y se refiere a recuerdos que forman parte de la experiencia personal y que son activamente recuperados utilizando información contextual sobre cuándo y cómo se ha dado un determinado acontecimiento. Por ejemplo, cuando nos preguntamos ¿dónde hemos dejado las llaves? o ¿cómo ocurrieron aquellos hechos?, necesitamos reconstruir el contexto donde se dio la experiencia original para contestar a la pregunta.
En este sentido, hemos de tener en cuenta que, además, las personas mayores codifican menos datos contextuales, de forma que no pueden recordar tantos datos sobre el contexto en el que se produce el acontecimiento como los jóvenes, a no ser que este les sea familiar. Siendo así, la diferencia entre jóvenes y ancianos disminuye por requerir menor procesamiento intencional.
La complejidad de la memoria implica que existen muchos tipos de amnesias, por lesiones de diversas zonas del cerebro (e incluso sin lesiones, en las amnesias de origen psicológico).
·         Las Lesiones Del Hipocampo
Sucede en la primera etapa de la enfermedad de Alzheimer, causan una incapacidad de conservar información episódica nueva; el paciente puede evocar bien sucesos antiguos pero olvida lo reciente.

·         Las Lesiones Frontales
El sujeto es pasivo frente a lo que observa o frente a lo que le piden evocar; en las lesiones temporales izquierdas el paciente no logra aprender series de palabras, pero si puede memorizar imágenes; a veces en las lesiones parieto-temporales derechas el paciente pierde la habilidad de vestirse que había adquirido en la infancia.


 Referencia:
www.gerontología.uchile.cl/memoria.htm
El envejecimiento de la población mundial —en los países desarrollados y en desarrollo— es un indicador de la mejora de la salud en el mundo. El número de personas con 60 años o más en todo el mundo se ha duplicado desde 1980, y se prevé que alcance los 2000 millones de aquí a 2050.

Esto es algo de lo que nos debemos alegrar. Las personas de edad realizan importantes contribuciones a la sociedad, ya sea en el seno de sus familias, realizando labores de carácter voluntario o participando de forma activa en la fuerza de trabajo. La sabiduría que han adquirido a lo largo de su vida los convierte en un recurso social esencial.

Sin embargo, estas ventajas van acompañadas de desafíos sanitarios especiales para el siglo XXI. Es importante preparar a los proveedores de atención sanitaria y a las sociedades para que puedan atender las necesidades específicas de las personas de edad. Esto incluye proporcionar formación a los profesionales sanitarios sobre la atención de salud de las personas de edad; prevenir y tratar las enfermedades crónicas asociadas a la edad; elaborar políticas sostenibles sobre la atención paliativa de larga duración; y diseñar servicios y entornos adaptados a las personas de edad.

Cuanto antes actuemos, más probabilidades tendremos de lograr que esta transformación mundial beneficie a todos. Los países que invierten en un envejecimiento saludable pueden esperar un beneficio social y económico significativo para toda la comunidad.



Referencia: 
http://www.who.int/features/factfiles/ageing/es/

Ansiedad en el Adulto Mayor



El adulto mayor a nivel mundial  ha aumentado significativamente, debido al aumento de la esperanza de vida. Es por esto que se ha generado un gran interés de la Psicología por esta investigación; ya que es una etapa del desarrollo del ser humano que inicia a los 60 años y termina en el momento en el que la persona fallece, y se caracteriza por ser un periodo de grandes cambios en todas las áreas de funcionamiento (OMS, 2006). Por lo cual no podemos dejar de lado que en esta etapa se observan distintos cambios por el cual va pasando la persona; dentro de las cuales se destacan los trastornos de ansiedad.

Los trastornos de ansiedad son, como grupo, las enfermedades mentales más comunes, con una prevalencia alta y cuyos resultados son variables, según diversos estudios.
Los trastornos de ansiedad del anciano en general tienen una prevalencia de 5-10%, siendo los trastornos de ansiedad generalizada y las fobias las más frecuentes.
Varios autores destacan la alta comorbilidad de los trastornos de ansiedad generalizada en el adulto mayor con la depresión, específicamente con la depresión mayor.

Los diversos estudios epidemiológicos nos señalan que varios factores están relacionados con el envejecimiento: aislamiento social, descenso de la autonomía, dificultades económicas, declive del estado de salud, la proximidad a la muerte, entre otros por lo que esto nos haría prever un incremento de los trastornos de ansiedad en los ancianos. A su vez, los mismos son muchas veces atípicos en los adultos mayores y están infradiagnosticados ya que en parte, los estudios epidemiológicos están basados en el DCM IV con criterios diagnósticos para adultos más jóvenes, sin considerar sus particularidades en el anciano y por otro lado, hay una mayor comorbilidad con trastornos médicos y depresiones, los ancianos suelen estar polimedicamentados y sufren cambios psicosociales importantes los que no son tenidos en cuenta muchas veces en los diagnósticos.





Referencia:

 

Depresión



Ocasionalmente, todos nos sentimos melancólicos o tristes, pero estos sentimientos, por lo general, son pasajeros y desaparecen en unos días. Cuando una persona tiene un trastorno depresivo, tiene problemas con la vida diaria durante semanas enteras. La depresión es una enfermedad seria que necesita tratamiento. Si no se trata, la depresión puede conducir al suicidio.
La depresión es un problema común entre las personas mayores pero no es una etapa normal del envejecimiento. Puede pasarse por alto porque en algunas personas mayores que padecen depresión, la tristeza no es el síntoma principal. Ellos pueden padecer otros síntomas menos evidentes de depresión o puede que no estén dispuestos a hablar de sus sentimientos. Por eso, es menos probable que los doctores puedan reconocer si su paciente padece depresión.

Tipos de Depresión

·    Depresión grave: síntomas severos que interfieren con la capacidad de trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. Algunas personas pueden que experimenten solo un episodio durante el transcurso de su vida, pero con más frecuencia una persona puede padecer múltiples episodios.

·  Trastorno distímico o distimia: síntomas depresivos que duran mucho tiempo (2 años o más) pero que son menos severos que los de la depresión grave.

·Depresión secundaria: similar a la depresión grave y a la distimia, pero los síntomas son menos severos y pueden durar menos tiempo.

Causas de la depresión
Varios factores o una combinación de factores pueden contribuir a causar la depresión.

ü  Genes: las personas con una historia familiar de depresión pueden ser más propensas a desarrollarla que aquellas cuyas familias no padecen la enfermedad. Las personas mayores que padecieron de depresión cuando eran jóvenes corren un riesgo mayor de desarrollarla más adelante en su vida que aquellos que no padecieron la enfermedad anteriormente.

ü  Química del cerebro: las personas con depresión pueden tener una química cerebral diferente de aquellas que no padecen la enfermedad.

ü  Estrés: la pérdida de un ser querido, una relación dificultosa o cualquier situación estresante puede desencadenar la depresión.
Para las personas mayores que experimentan depresión por primera vez en una etapa tardía de la vida, la depresión puede estar relacionada con cambios que suceden en el cerebro y el cuerpo a medida que la persona madura. Por ejemplo, las personas mayores pueden sufrir de una circulación de sangre limitada, condición llamada isquemia. Con el paso del tiempo, los vasos sanguíneos pueden espesarse y evitar que la sangre fluya con normalidad hacia los órganos corporales, entre ellos, el cerebro.
Si esto sucede, una persona mayor sin una historia familiar de depresión puede desarrollar lo que a veces se denomina "depresión vascular". Aquellos que padecen depresión vascular pueden correr riesgo de padecer enfermedades cardíacas, apoplejía u otras enfermedades vasculares.




Referencia:
www.nimh.nih.gov/health/publications/.../personas-mayores-y-la-depresi-n/index.shtml